Kamala Harris y Donald Trump están preparándose para el debate presidencial del martes 10 de septiembre, estableciendo un enfrentamiento que refleja no solo dos visiones separadas para el país, sino dos políticos que abordan los grandes momentos de manera muy diferente.
La vicepresidenta está encerrada en un hotel histórico en el centro de Pittsburgh, donde puede concentrarse en afilar respuestas nítidas de dos minutos, según las reglas del debate.
Ha estado trabajando con ayudantes desde el jueves y eligió un lugar que le permite al candidato demócrata la opción de mezclarse con los votantes de los estados indecisos.
A 2,000 millas aproximadamente de allí, en su hotel de Las Vegas, Trump utilizó su propia suite para observar una y otra vez el discurso de Harris en la convención demócrata, buscando su flanco débil para afilar su réplica política.
Con las encuestas arrojando un empate técnico, los dos candidatos asumen que el debate presidencial en la cadena ABC será un punto de inflexión en la campaña electoral.